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viernes, 12 de marzo de 2010

-DOS MIL AÑOS DE BÚSQUEDA DEL ROSTRO DE JESUCRISTO.

El arte ha ido recreando la figura de Cristo y su pasión según el espíritu de la época.

En origen la representación iconográfica de Cristo planteó difíciles problemas, así lo manifiestan distintos iconógrafos que coinciden en señalar que en los primeros tiempos del cristianismo se originó un auténtico problema sobre la conveniencia o no de representar la imagen de Jesús, ya que, desde un punto de vista histórico, habría que representarlo con sus rasgos físicos, propios de su naturaleza humana, si bien causaba cierto temor a caer en la idolatría, motivo por el cual se aconsejaba sustituir la representación concreta por símbolos. En el paleocristiano se sucede este lenguaje alegórico alrededor de la figura de Cristo, obviando pues la representación figurativa del Nazareno. En este contexto, nos encontramos con figuras humanas, que sin intentar hacer una representación de carácter realista, lo alegorizan. Sirva de ejemplo la representación de Orfeo o la de Eros. Sin duda, las principales fuentes que irán configurando la iconografía de Cristo serán aquellas reliquias que según la tradición están ligadas al verdadero cuerpo de Jesús. En este sentido sobresale el paño de la Verónica, donde supuestamente se enjugó el rostro de Cristo camino del Calvario, dando así origen al lienzo que conocemos como la Santa Faz. Muy similar en contenido se encuentra la reliquia de la Sábana Santa conservada en Turín, donde las huellas antropométricas impresas en el lienzo corresponden según la tradición al cuerpo de Cristo. A partir de aquí las imágenes que surgen están en relación a estas reliquias, siendo desde entonces la fuente iconográfica más cercana. El arte románico, siguiendo a estas reliquias, representan a Cristo con pelo largo, barba larga y, en el caso de los crucificados, rígidos, con cuatro clavos, ojos abiertos, corona y cubierto con túnica o amplio paño de pureza. Por su parte, el arte gótico abandona la rigidez del románico para representar a un Cristo más humano. En el caso de los crucificados se acentúan los rasgos de la pasión haciendo visibles las huellas del cruento martirio. De este modo Cristo muerto cuelga del madero con numerosas llagas, abrupta corona de espinas y mostrando hinchazones. Paralelamente surge la iconografía del Cristo Varón de Dolores, proliferando las escenas sangrientas de su Pasión. Y así llegamos a la edad moderna, renacimiento y barroco, donde en un primer momento, sobre todo en el renacimiento, predomina el tipo heroico del atleta que progresivamente dará paso un Cristo más desgarrado mostrando nuevamente las huellas de la Pasión. Con la llegada del cine, la historia del Nazareno se alza como uno de los mejores guiones, creando su particular iconografía. Serán la grandes producciones de Hollywood las que nos muestren estas primeras imágenes del Nazareno, sin duda muy alejado del auténtico martirio. Películas como La túnica sagrada, Rey de Reyes, Jesucristo Superstar o Jesús de Nazaret , entre otras, donde en todas se muestra a un cristo bello pero sin apenas rasgos cruentos. Será la producción La Pasión de Cristo , con sus dramáticas escenas, la que configure una nueva imagen de Cristo, que pasaba de la belleza de Jesús de Nazaret , de Zeffirelli, a una visión que no dejó a nadie indiferente. Diario Córdoba.

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