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miércoles, 31 de marzo de 2010

-FIESTA INTERNACIONAL.

El importante número de turistas que acude estos días a la capital no sólo realiza un gasto importante, sino que también sirve para difundir los encantos de Córdoba a todos los rincones del mundo. LA Semana Santa no es un producto de consumo interno. Hay cofrades que dicen que ellos no salen a la calle para que los vean, pero ya que los ven pues salen a la calle. Sea una cosa o sea la otra, lo cierto es que en estos días, coincidiendo con la llegada de la primera, ésta es la primera de las fiestas que se viven en la calle. ¿Esto supone ser un atractivo turístico de primer orden? Pues sí, qué le vamos a hacer. Ya no se disimula la vinculación de esta celebración religiosa como reclamo para los visitantes. En los tiempos actuales, en los que hay que rentabilizar hasta el más mínimo esfuerzo, las cofradías son conscientes de su importante aportación a la riqueza local. Lo que hasta ahora era sólo una intuición es ya una certeza desde que el pasado otoño se conociera el informe de Analistas Económicos de Andalucía para Unicaja que, en síntesis, afirma que la Semana Santa cordobesa general al año una riqueza de 42 millones de euros. Cuando se conoció este trabajo quedaba aún lejos esta celebración y es ahora precisamente cuando se le puede poner rostro a las cifras de este estudio. Y esas caras las podemos ver estos días en las calle de Córdoba, porque son ellos los que llenan los hoteles, los bares y restaurantes, los que compran en las tiendas y los que comen pipas en las aceras mientras pasan los nazarenos. Todo este movimiento foráneo es el que cada Semana Santa deja en Córdoba la nada despreciable cifra de 15 millones de euros, que no está nada mal. En este grupo se puede meter al matrimonio que decide pasar estos días en Córdoba en uno de los tres hoteles de cinco estrellas y que se conforma o una o dos cofradías cada tarde y luego rematan la jornada en alguno de los excelentes restaurantes de la capital. Pero es que también generan un gasto los llamados mochileros que con la botella de agua en una mano y el plano de la ciudad en la otra no se dejan un nazareno atrás. Su ritmo de vida es distinto, pero también generan riqueza en el hostal donde paran y el local en donde compran un kebab para comer. El turista no entiende mal tiempo y por su propia condición sale a la calle -a gastar- aunque llueva, como ocurrió el pasado Lunes Santo. Ayer, en cambio, la mejoría en el tiempo devolvió la Semana Santa a la normalidad que se vivió el Domingo de Ramos y en las aceras se mezclaban nativos y foráneos en prueba de convivencia pacífica. Quizás la salida de la Hermandad de la Agonía fue la que ayer congregó un menor número de visitantes. La situación del barrio del Naranjo, alejado del Centro, hizo que fueran cordobeses en su gran parte los que presenciaran la salida del Cristo de la Agonía. En cambio, las otras hermandades del Martes Santo sí contribuyeron a justificar la atracción turística que ejerce la Semana Santa en quienes buscan un reclamo de suficiente potencia para visitar Córdoba. Qué mejor que ver en el Patio de los Naranjos a la Cofradía del Buen Suceso o la del Prendimiento, o la de la Santa Faz bajando la Cuesta de Luján, La Sangre por San Zoilo o La Agonía por Santa Marina. Una de las principales ventajas de esta celebración religiosa es que abarca a la ciudad en su práctica totalidad. Por esta razón, un librito con los horarios tiene más fuerza que un guía turístico a la hora de mover los visitantes por la ciudad. Esto hizo ayer que no sólo recorrieran palmo a palmo las calles del Centro o de la Judería, sino que también las desplazaron por barrios como la Trinidad, San Lorenzo o San Pedro. Y entre una zona y otra, las masas de público se mueven por calles y callejas que difícilmente volverán a transitar el resto del año hasta la próxima Semana Santa. Aparte de lo que cada uno de los turistas se llevan en el cuerpo después de pasar estos días en Córdoba, la fiesta que vivimos estos días sirve también como motor divulgador de los encantos más recónditos que guarda la ciudad. Las cámaras digitales, tanto fotográficas como de vídeo, están a la orden del día. Raro es el visitante que no lleva una de ellas en las que inmortaliza las levantadas de los pasos, el discurrir de los nazarenos, las nubes de incienso, el misterio de las candelerías y el exotismo -para ellos- de los costaleros, los forzudos que dan sentido a la fiesta. Pero aparte de los elementos consustanciales a la Semana Santa, también fotografían la fuente de la Piedra Escrita cuando van camino de San Agustín o la de la Fuenseca cuando buscan un atajo para llegar a San Andrés. Se les ve entrar en estas tardes en la iglesia del Juramento antes o después de asistir a la salida de una cofradía de San Lorenzo o de los Padres de Gracia. Aquellos que intentan evitar plano en mano la bulla de la calle de la Feria se sorprenden con el encanto de la plaza de Séneca y los que buscan el Colodro para ver el crucificado del Naranjo descubren la belleza de la plaza de la Lagunilla. El estudio de Analistas Económicos de Andalucía no entra en estos aspectos porque no es su cometido, pero un somero rastreo por las páginas de internet dedicadas a los álbumes fotográficos nos desvelarán dentro de unas fechas cuáles son los rincones que han visitado los turistas durante estos días en Córdoba. En definitiva, que la ciudad vive uno de sus mejores momentos turísticos del año, tanto por el beneficio que reporta la Semana Santa como por la difusión que hace de ella. El Día de Córdoba.

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