Mientras en Las Tendillas sonaba el Ave María, en la Compañía se abrían las puertas del templo. Silencio, mucho silencio, la cruz de guía, el simpecado y al fondo el altar itinerante donde paseó la Virgen Inmaculada. Como era de esperar, el compuesto paso llevaba toda la impronta de la hermandad del Santo Sepulcro, donde no faltaron las características piñas cónicas de clavel blanco.
Pasadas las cinco de la tarde la comitiva llegaba a la Catedral, una vez en el interior dio comienzo la eucaristía presidida por el obispo, quien instó a los jóvenes a prepararse "para este encuentro gozoso y feliz".
Con la noche, en el Patio de los Naranjos, la Virgen acompañada de los sones de la banda de la Esperanza inició la procesión de retorno, cuya recogida aceleró una incipiente lluvia.
Fuente: Diario Córdoba.
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