Las firmas del III Salón Cofrade confían en la buena marcha de la feria, con piezas del XVIII y otras de Martínez Cerrillo.
Como la hermandad que se echa a la calle con cielo nublado comenzó ayer el III Salón Cofrade en el recinto ferial Cajasol-Ifeco. Con la certeza de unos de que el tiempo (económico) respetará, y el miedo de otros por que el chaparrón agüe sus deseos.
La menor afluencia de profesionales y municipios al recinto era evidente en el salón, en sus más anchos pasillos y espacios libres en los que el artista Juan Martínez Cerrillo era el gran protagonista gracias a la exposición dedicada a él. Junto al manto de salida de María Santísima de la Esperanza y otros enseres de su cofradía dibujados por el bujalanceño se pueden admirar el antiguo misterio de la Paz, trabajos en cuero, al óleo, documentos y una imagen de la Virgen que pertenece a la hermandad de la Caridad y que no procesiona.
Este año Cerillo es el artista protagonista de la muestra por cumplirse 100 años de su nacimiento, junto a los estandartes o bacalaos, con los que la organización ha querido tematizar esta tercera cita. Sin embargo, la Agrupación de Cofradías de Córdoba ha optado por llevar su propia temática, relativa a la Eucaristía y con la Coronación Canónica de la Virgen de Linares. El templete y la custodia de la hermandad de la Sagrada Cena, una custodia fechada en 1775 de Damián de Castro y perteneciente a la Misericordia y la túnica y el mantolín (del siglo XVIII) de la imagen de San Juan de la cofradía de Jesús Nazareno, parte del patrimonio de Linares y algunos enseres de la provincia se cuentan entre las piezas más destacadas. Aunque para completar la lista de lo más interesante hay que llevar la vista a Cabra y a su Museo de la Pasión, en cuyo stand aparecen bocetos y piezas realizadas por Juan Manuel Miñarro basados en la Sábana Santa.
Con ellas y el programa de actos que ayer comenzó con la conferencia de los hermanos Varo y Andrés Valverde pretende la organización atraer público, al que le sonarán algunos enseres. Y es que «no todos los años hay nuevos para presentar», explicaba el responsable del expositor de Pedro Abad, cuya agrupación de cofradías ya propuso a la organización, como han hecho otras y algunos artesanos, que la muestra se celebre cada dos o tres años para poder llevar a Ifeco piezas nuevas y hacer así más leve el esfuerzo que supone ir a la muestra «a la que se le dedica dinero y tiempo, y con la crisis no todo el mundo puede», decía el dorador Rafael Barón.
Pese a todo, el ánimo de los participantes que repiten era esperanzador, al igual que las expectativas de quienes desde ayer están por primera vez en Ifeco. Contra la crisis, apuntaban varios, está «la política de empresa», «el trabajo» y la «lucha».
Fuente: El ABC de Córdoba.
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