Varios millares de personas, entre participantes en el cortejo y fieles procedentes de toda la ciudad, acompañan a la Custodia de Arfe desde la Catedral a Las Tendillas. El obispo, Demetrio Fernández, se mostró ayer partidario de que la fiesta del Corpus Christi vuelva a celebrarse el jueves en lugar de hacerlo en domingo y recuperar así una tradición vigente desde el siglo XV. Así lo expuso el prelado minutos después de iniciar la homilía previa a la procesión que cubrió el recorrido entre la Catedral y la plaza de las Tendillas. Monseñor Fernández planteó la posibilidad de dirigirse a las administraciones públicas con objeto de que la celebración regrese a su origen. En la actualidad, la festividad sólo está fijada en este día en las ciudades en la que cuenta con un mayor arraigo, como son los casos de Sevilla y Granada. Entre ellas figura igualmente Toledo, precisamente la provincia donde nació el obispo, por lo que puede entenderse este interés tan especial en el cambio. Hace unos 20 años que el Corpus Christi no forma parte del calendario festivo de la ciudad y algo menos -desde la llegada del arzobispo Francisco Javier Martínez a la Diócesis de Córdoba en 1996- que la procesión se celebra el domingo, unas decisiones que tomó la Iglesia española. Aunque no es nada definitivo, las palabras del prelado sonaron a una declaración de intenciones y éste fue el tema de conversación más repetido al término de la misa. El obispo evitó así que el debate se centrara en la presencia de los militares de la Brigada de Infantería Mecanizada (Brimz) Guzmán el Bueno, a quienes se les prohibía por primera vez rendir honores al Santísimo e interpretar el Himno Nacional, una obra que finalmente interpretó la Banda de la Esperanza. No hubo, por tanto, ni honores militares al paso de la Custodia de Arfe ni Himno Nacional, pero sí una nutrida presencia de soldados de la base cordobesa. Algo más de 60 efectivos de Cerro Muriano, entre músicos de la banda de guerra y la escuadra de gastadores, estuvieron presentes en la Catedral para escoltar y acompañar al Corpus entre Las Tendillas y el primer templo de la Diócesis. También estuvo presente el general, Teodoro Baños, y algunos de sus oficiales en la brigada. La banda de guerra, que fue tras el paso, hizo sonar el repertorio propio de este tipo de celebración. Los componentes de la Esperanza, por su parte, fueron muy alejados de la Custodia, por delante incluso de la representación de las hermandades, una decisión que fue muy discutida en diversos círculos. De hecho, mientras esta corporación se adentraba en Las Tendillas, el Santísimo aún se encontraba saliendo del entorno de la Catedral. Al margen del debate generado por la aplicación del nuevo Reglamento de Honores Militares y del cambio de día que planteó el prelado durante la eucaristía, la fiesta contó con todos los ingredientes de sus grandes momentos. En el terreno más estrictamente participativo, el cortejo contó con la presencia de algunos millares de personas y hasta 11 hermandades montaron un altar en distintos lugares de paso de la procesión. El recorrido tuvo asimismo la tradicional alfombra de romero, maltranto y juncia, una combinación que dio un toque serrano al paisaje urbano propio de este enclave y proporcionó un aroma muy personal. El tiempo también fue respetuoso. No llovió y además el calor no fue tan insoportable como en días precedentes. Sopló además una ligera brisa que hizo más agradable la jornada y puede que incluso animara a muchas personas a salir a la calle en busca del Santísimo. La representación fue amplísima. A los citados militares, sacerdotes y cofrades se les sumó el habitual tramo de niños de Primera Comunión, los seminaristas y autoridades políticas locales. No estuvo el alcalde, Andrés Ocaña, pero sí el concejal de Ferias y Festejos, Marcelino Ferrero, aparte de un número importante de ediles del PP. El Día de Córdoba.
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