El Cristo de Animas y la Virgen de las Tristezas concitaron a numerosos fieles.
Un año más, el calendario vuelve a señalar la festividad de Todos los Santos. En esta celebración tan destacada, nuestras cofradías dieron testimonio de fe con sus imágenes, que en los templos o en las calles de la ciudad invitaron a las fieles a elevar una oración por el alma de aquellos que, vivos en nuestro recuerdo, ya no están entre nosotros.
Las primeras oraciones brotaron en Capuchinos alrededor de Nuestra Señora Reina de los Angeles. Crisantemos blancos y altos cirios adornaban la parihuela donde la imagen recorrió la feligresía del popular convento cordobés.
Por la tarde, la Virgen del Carmen abandonó su convento carmelita vestida como una más de su orden, sin oropeles, ni estridencias. Así, la Virgen bajó San Cayetano para llegar a la parroquia de Santa Marina, donde se celebró la eucaristía. Casi en paralelo, la Virgen del Amparo volvió a recorrer las calles de la Axerquía.
Pero, sin duda, en San Lorenzo todas estas oraciones se triplicaron alrededor de la imagen del Cristo de Animas, quien presidiendo un imponente altar de cultos, nos hizo reflexionar sobre el paso de la vida a la muerte. Complementando esta arquitectura efímera, se encontraba el besamanos de la Virgen de las Tristezas, todo un derroche de imaginación y buen gusto para evangelizar desde el apasionante mundo de la iconografía y la simbología, algo a lo que José Ignacio Aguilera, mayordomo de la cofradía, ya nos tiene acostumbrados.
La Virgen del Rosario o la Caridad, también en besamanos, completaron este día de recuerdo y oración por los que ya no están.
Fuente: Diario Córdoba.
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