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martes, 30 de marzo de 2010

-UN LUNES SANTO DE SILENCIO.

Los chubascos intermitentes que se sucedieron en la tarde de ayer justificaron la suspensión de cinco procesiones y sólo permitieron que el Vía Crucis realizara su recorrido por las calles de la Judería. EL tiempo se encargó de que las seis procesiones de ayer quedaran reducidas a una sola. La inestabilidad meteorológica hizo que las cinco cofradías restantes optaran por quedarse en sus respectivas sedes canónicas, configurando una tarde noche que contrastó grandemente con la precedente, con la del Domingo de Ramos, en la que las procesiones se pudieron seguir bajo el sol y con calor. Cuando se aproximaba la hora de la salida de la primera hermandad, los cofrades ya tenían el cuerpo cortado después de haber visto en Canal Sur el chaparrón que había caído en Sevilla al Cautivo de Santa Genoveva, pese a estar protegido con un capote. La norma más elemental de la meteorología local indica que cuando llueve en la capital vecina, a las dos horas lo hace aquí. Y así fue. Alrededor de las 15:00 comenzaron a caer las primeras gotas que a los pocos minutos se habían convertido en algo mucho más denso. Ya no cabía duda: La Merced, que tenía prevista su salida procesional para las 16:15 se iba a quedar en casa. Y así fue. Pese a esta decisión, la duda siguió albergando a todos, sobre todo porque en esas horas inciertas de la siesta hubo momentos en que salió el sol e hizo calor. Como el Domingo de Ramos. Esto hizo ver la estampa de personas que habían salido de su casa con ropa de abrigo y paraguas, algo que les sobró cuando el sol dijo aquí estoy yo. Pero, claro, las hermandades no deciden si salen o no en base al tiempo que hace en el momento en que toca poner al primer nazareno en la calle. El acuerdo se toma una vez se conoce con certeza cuál es el pronóstico para las horas en que la procesión esté en la calle, y el riesgo que se va a correr. A partir de ese momento se fue sucediendo la suspensión de las siguientes hermandades. Pidieron la media hora de retraso que autoriza la Agrupación para estos supuestos y algunas, incluso, se cogieron al segundo plazo de otros 30 minutos. A las 18:00 se comunicó a los hermanos de la Sentencia que los pasos de sus titulares se quedarían en el atrio del templo y que la procesión, por tanto, se suspendía. Media hora más tarde ocurría lo mismo en la Huerta de la Reina y los hermanos de la Estrella desahogaban su frustración en la parroquia de San Fernando. La cadencia de suspensiones era de cada 30 minutos. Así, a las 19:00 se conocía que la Vera Cruz tampoco cruzaría el Puente de Miraflores camino de la carrera oficial. A partir de este momento se pensaba que el Lunes Santo se daría totalmente por perdido, pero aún quedaban dos hermandades más por ponerse en la calle. Son dos cofradías que componen un grupo compacto dentro de esta jornada y cada una de ellas con una personalidad muy acusada. Ambas son de silencio, de negro, pero la Hermandad del Vía Crucis, al llevar a su titular sin paso tiene una capacidad de maniobra que cualquier otra cofradía no dispone de ella. La otra, Ánimas, tiene dos pasos, pero van a ruedas, lo que hace que su capacidad de reacción ante cualquier imprevisto es muy limitada. Cada una de ellas tuvo una reacción distinto. La del Vía Crucis salió de la Trinidad y recorrió las calles de la Judería, aunque, eso sí, a un ritmo más rápido que el habitual. A partir de ese momento, todas aquellas personas que estaban en la calle esperando a ver cómo terminaba el Lunes Santo se dirigieron hacia el itinerario de esta cofradía para no irse a la cama sin ver, al menos un capirote. En San Lorenzo todos esperaban una noticia que ya presuponían. La Cofradía de Ánimas se caracteriza por la prudencia a la hora de tomar estas decisiones. Tras la misa de nazarenos, a eso de las 21:00 se informaba de que la estación de penitencia quedaba suspendida. Los pasos quedaron colocado ante el presbiterio, con las tulipas encendidas. La iglesia, en penumbra, tenía la totalidad de sus bancos ocupados por los nazarenos que rezaron el rosario, igual que si hubieran salido a la calle. La penumbra y la nube de incienso se encargaron de crear el clima que también forma parte de la estética de esta cofradía. El coro de la hermandad entonó el Miserere y todo cobró sentido en un Lunes Santo distinto, que la lluvia se encargó de fastidiar. El Día de Córdoba.

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