Como cada último Domingo de Septiembre, la Virgen del Socorro procesionó por las calles de Córdoba y este año, como novedad, la hermandad recuperó los fuegos artificiales en honor a su Titular.
Un año más, en el último Domingo del mes de Septiembre volvió Nuestra Señora del Socorro coronada a salir de su ermita, y este año también regresó el castillo de fuegos artificiales en honor a la Señora de la Plaza Grande. La Reina de la Corredera, como la llama su gente, volvía a la calle.
Pocos minutos después de las 19:00 horas, los sones de la Banda de Música "María Santísima de la Esperanza" (Córdoba) anunciaban ayer la salida de la Virgen. Poco a poco, con una trabajada maniobra, el característico templete dorado donde procesiona la Virgen se recortaba en el enclave formado por el Arco Bajo y la polícroma ermita donde se venera la imagen. Una suave brisa, donde el olor a nardos era el protagonista, surcó el enardecido ambiente que como un ritual se cumple cada último Domingo de Septiembre.
Poco a poco, la comitiva de Gloria comenzó a caminar por las principales calles del barrio de San Pedro en dirección a la plaza de la Corredera, donde cientos de cordobeses esperaban a la popular imagen.
La Virgen cruzó, entre luminarias y alegres marchas, la Plaza Grande; poco después quedó detenida en uno de sus arcos. Allí, y desde la atalaya de su paso, presenció el estruendo del castillo de fuegos artificiales que su cofradía ofrecía en su honor. La Corredera volvía a vibrar y a convertirse, como antaño, en el indiscutible escenario de la gran fiesta barroca.
Francisco Mellado.
Fuente: Diario Córdoba. (ENLACE).
Foto: Toni Blanco. |
Pocos minutos después de las 19:00 horas, los sones de la Banda de Música "María Santísima de la Esperanza" (Córdoba) anunciaban ayer la salida de la Virgen. Poco a poco, con una trabajada maniobra, el característico templete dorado donde procesiona la Virgen se recortaba en el enclave formado por el Arco Bajo y la polícroma ermita donde se venera la imagen. Una suave brisa, donde el olor a nardos era el protagonista, surcó el enardecido ambiente que como un ritual se cumple cada último Domingo de Septiembre.
Poco a poco, la comitiva de Gloria comenzó a caminar por las principales calles del barrio de San Pedro en dirección a la plaza de la Corredera, donde cientos de cordobeses esperaban a la popular imagen.
La Virgen cruzó, entre luminarias y alegres marchas, la Plaza Grande; poco después quedó detenida en uno de sus arcos. Allí, y desde la atalaya de su paso, presenció el estruendo del castillo de fuegos artificiales que su cofradía ofrecía en su honor. La Corredera volvía a vibrar y a convertirse, como antaño, en el indiscutible escenario de la gran fiesta barroca.
Francisco Mellado.
Fuente: Diario Córdoba. (ENLACE).
0 comentarios :
Publicar un comentario