Como cada año al llegar noviembre nuestras veneradas dolorosas se visten de negro, comienza el peregrinar a los camposantos para visitar a aquellos que un día estuvieron junto a nosotros. Un año más, en San Lorenzo, la hermandad del Remedio de Animas rezará por las almas de los fieles difuntos. De nuevo la Virgen del Amparo recorrerá las calles de la Axerquía mostrándonos en sus brazos su divino Niño, que no es otra cosa que mostrar que existe vida tras la muerte. Olor a matalauva y huesos de santo en las confiterías más antiguas o el recuerdo de las lamparitas de aceite en las cómodas de nuestras abuelas, nos transportan a lo más auténtico de la festividad de Todos los Santos.
No obstante, todo esto puede parecer una nostálgica narración de este tradicional día, o más bien, una reflexión de un capillita trasnochado, si tenemos en cuenta que cada vez más se intenta borrar esta tradicional imagen para introducir modas de otras culturas que nada tienen que ver con nosotros. Una de estas "exquisiteces" es la llamada noche de Halloween, un alarde de modernidad mal entendida que a pasos agigantados va borrando la rica tradición de esta festividad. Esto es aún mas grave cuando desde los propios centros docentes se impulsa. ¿No creen que sería más enriquecedor que un colegio pusiera en escena el Don Juan Tenorio de José Zorrilla que hacer un desfile esperpéntico de muertos vivientes?
Ya, ya, esto está pasado de moda, lo sé, pero, si me disculpan, yo prefiero seguir acudiendo al Remedio de Animas o rezar por el alma de los difuntos ante cualquiera de nuestras dolorosas vestida de negro, a ser partícipe de estas otras horteradas que lamentablemente cada año se anteponen a nuestras auténticas raíces culturales.
Fuente: Diario Córdoba.
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