La hermandad de la Misericordia llevó ayer a su titular mariana hasta el convento jerónimo cordobés para conmemorar la bodas de plata de su llegada al monasterio.
Tras el forzoso exilio y tras llamar a varias puertas la corporación encontró asilo en el monasterio de Santa Marta, algo que la cofradía jamás olvidará.
Precisamente, para conmemorar este hecho la Virgen de las Lágrimas abandonó ayer momentáneamente su capilla en la hoy basílica de San Pedro para reencontrarse con la comunidad religiosa que durante trece años dirigió las plegarias y rezos a los titulares de la hermandad de la Misericordia.
A las seis de la tarde se abrieron las puertas de la basílica de San Pedro, comenzando a salir el nutrido cortejo que acompañaba a la imagen.
En el interior reverberaba el eco del exquisito grupo de capilla que a lo largo del recorrido fue entonando diversas plegarias a la dolorosa de San Pedro. Imagen que en breve quedó enmarcada en la pétrea portada del templo fernandino.
La Virgen lució con saya blanca y el manto malva y oro, color tan vinculado a esta imagen. Un compuesto y sencillo tocado enmarcaba el doloroso rostro de la Virgen. A sus pies diversos centros de nardos exornaban la sencilla parihuela que fue portada por un grupo de hermanos dirigidos por el capataz de la cofradía, José Luis Ochoa.
Poco a poco, la procesión fue tomando cuerpo dejando estampas para el recuerdo por calles como El Juramento o los jardines del Orive. Sobre las siete de la tarde las campanas del monasterio de Santa Marta anunciaban que la Virgen estaba cerca, y que en breve estaría de nuevo tras los centenarios muros del convento, algo que no tardó en producirse.
Mientras las campanas seguían sonando la imagen cruzó el dintel que la condujo hasta el compás del convento, donde sus moradoras la recibieron con un tímido aplauso para después entonarle un emotivo canto de bienvenida.
Una vez la imagen quedo entronizada en el altar mayor del monasterio dio comienzo la eucaristía de acción de gracias, oficiada por Antonio Jurado, párroco de San Pedro y consiliario de la cofradía.
Tras la misma se volvió a formar la comitiva. Fue entonces cuando la Virgen se despidió de las monjas que permanecían expectantes tras la reja del coro conventual.
Ya con toda la noche sobre el cielo cordobés, la Virgen de las Lágrimas cruzó de nuevo el compás del monasterio, para retornar a la basílica de San Pedro cargada de plegarias y oraciones provenientes de aquellas generosas mujeres que durante trece años fueron veladoras de excepción de las imágenes titulares de la hermandad de la Misericordia.
Fuente: Diario Córdoba.
0 comentarios :
Publicar un comentario