Vecinos y curiosos del barrio de San Basilio acompañan a la también conocida como Virgen del Tránsito en su recorrido antes de su Ascensión, en un acto litúrgico que se repite todos los 15 de agosto del año. Llega el 15 de agosto y las calles de la ciudad presentan una estampa desoladora. Los cordobeses abandonan el árido calor de esta ciudad de interior para dirigirse a zonas de sol y playa, donde las brisas del mar solventan la asfixia que se respira en la ciudad. No obstante, se echa la noche y el ambiente se transforma. En el reducido pero conocido e histórico barrio de San Basilio el calor se traduce en emoción. Y es que los vecinos de la zona, a los que se suman curiosos que pasean por sus calles, se acoplan en el entorno más inmediato que rodea a la parroquia de Nuestra Señora de la Paz, donde decenas de personas se congregan para acompañar a la Virgen de Acá en su recorrido antes de su Ascensión al Cielo. Con un ritmo lento, pero acompasado, como merece la ocasión, sale una de las imágenes más esperadas y admiradas por los devotos de la liturgia cristiana. Son las ocho de la noche y, aunque aún se reflejan los últimos rayos del sol, la luna hace acto de presencia al tiempo que sale la imagen de una Virgen yacente portando un manto ocre. Momentos antes, se ha celebrado la liturgia, pero ahora es momento de ver cómo sale la imagen de la también llamada Virgen del Tránsito, mientras es acompañada en su procesión por el himno nacional que interpreta la banda Tubamirum, procedente de la localidad cordobesa de Cañete de las Torres. Llevada sobre un catafalco dorado y adornada con moñas de lilium y nardos, inicia así la Virgen de Acá su recorrido mientras es llevada por costaleros jóvenes y no tanto, que siguen las instrucciones del capataz, quien mira por que la Virgen camine hacia el corazón de los allí presentes. Esta imagen no dista en demasía de la de años anteriores, pero tampoco de la que reflejan los primeros documentos en los que se recoge la salida de este paso, cada 15 de agosto, y que datan de 1986. Ya entonces era una festividad que llevaba mucho tiempo celebrándose, aunque nadie es capaz de dirimir cuándo fue la primera vez que se echó a la calle. A esta incógnita se suma la de que se trate de una imagen de autor desconocido, aunque tallada en el siglo XVII. Los balcones del barrio están engalanados y el olor a incienso invade las calles. Algunos vecinos aprovechan sus casa como lugar privilegiado para ver pasar a la Virgen en su camino hacia el cielo. Mientras el tiempo pasa y la imagen se aleja del lugar donde aguarda durante el año, hay tradiciones que no cambian. Y es que varios puestos de higos chumbos se colocan cerca del recorrido, en concreto en el arco de Caballerizas, para refrescar la calurosa y fervorosa jornada. El dulce sabor de esta típica fruta veraniega complementa el sentimiento cálido de un vecindario que disfruta de la salida de su Virgen, en una noche que parece haber salido de la misma Semana Santa. Ya es de noche y a su paso por los alrededores de la Mezquita- Catedral, la Virgen de Acá se presenta ante los fieles en todo su esplendor. Un año más, Córdoba vive una noche donde la fe y la devoción acallan el calor de una no tan típica noche de verano, pues la Virgen del Tránsito hace su Asunción Gloriosa hacia el cielo, donde es venerada. El Día de Córdoba.