Los honores que rinde el pueblo no hay decreto que los suprima, y ayer el pueblo cristiano de Córdoba rindió honor y cantó gloria por siempre al Señor, que se hizo presente en algunas de las más antiguas calles de la ciudad, que tradicionalmente lo ven pasar sobre alfombras de juncia y de romero en su trono de plata del siglo XVI. En la estilizada torre «construida» por el orfebre Enrique de Arfe fue colocada la Hostia Consagrada, el Corpus Christi, poco antes de las ocho de la tarde, mientras los fieles entonaban «Cantemos al Amor de los Amores», «Cristo, Luz de los pueblos» o «Un mandamiento nuevo», después de la Eucaristía celebrada en la Catedral por el obispo de la diócesis, monseñor Demetrio Fernández, y concelebrada por más de veinte sacerdotes. Sobre el paso, y para el Señor, magnolias y rosas blancas. En los balcones, también para Cristo hecho Pan y Vino, colgaduras rojas, mantones de manila y banderas de España movidas por el ligero viento que soplaba entre el bochorno cuando los fieles bajaban por Blanco Belmonte para asistir a la misa, en la que hubo autoridades militares, civiles y judiciales que fueron tras el Santísimo hasta el altar de Las Tendillas, en el que hubo un acto de adoración. Eran las seis de la tarde. Lucía terminada parte de la decena de altares que las hermandades instalaron en los lugares por los que después pasó la procesión rodeada de mucho público, pero que era menos que hace unos años, algo que ya se notó en 2009. En los Monumentos se vieron espigas de trigo, racimos de uvas, hojas de parra, piezas de orfebrería y bordados de las hermandades, que incluyeron los símbolos propios de su identidad. Así, la Virgen del Carmen presidía el que la archicofradía de San Cayetano instala en Santa Ana; la Virgen de la Alegría, el de la Sentencia en Blanco Belmonte, hasta donde llegó la imagen acompañada por primera vez por la banda de música María Santísima de la Esperanza; y la Inmaculada Concepción el del Santo Sepulcro, en la espectacular línea de todos los años, al igual que ocurre con el de Ánimas, uno de los más bellos junto al de Jesús Nazareno. En cada uno de ellos paró la Custodia en la que iba Su Divina Majestad, escoltada por militares de la Brigada de Infantería Mecanizada (Brimz) «Guzmán el Bueno» X, que hasta el año pasado rendía honores por ley, cosa que ya no hace al no recogerlo el Reglamento de Honores Militares aprobado por el Consejo de Ministros el pasado mayo. Jueves de Corpus El asunto, que ha generado polémica en Toledo o Granada, no pasó desapercibido cuando a la salida de Jesús Sacramentado por la Puerta de las Palmas poco después de las ocho de la tarde la representación de la Brimz X se cuadraba pero ni presentaba armas ni tocaba el Himno Nacional. En su lugar, lo hizo la banda de la Esperanza, que inclinó su banderín hasta que pasó el Señor entre los aplausos, los vítores a España y las lágrimas de algunos de los presentes. «Le rinde honores el pueblo», decía un canónigo. Tras tocar el himno, la banda de música se colocó en la cabeza de la procesión, detrás de los más de sesenta niños vestidos de Primera Comunión que participaron, y allí interpretó marchas eucarísticas (tras la Custodia fue la banda militar tocando piezas para cornetas), como «Corpus Christi», escrita en el siglo XIX por Álvaro Milpager y que esta banda ha recuperado como recuperar desea la diócesis el Jueves de Corpus. Así lo pidió el obispo durante su homilía. Demetrio Fernández sumó su voz a las que quieren que la Solemnidad del Corpus Christi vuelva en Córdoba a «su lugar natural». Para ello, solicitó a «la autoridad competente» que declare el Jueves de Corpus fiesta local laboral como lo es en Sevilla, Granada o Toledo desde que el Gobierno de Felipe González la suprimiese a principios de la década de 1990 para toda España. El obispo deseó que «cundan los buenos ejemplos» (como el de Castilla La Mancha, donde volverá a ser fiesta en 2011) para que el Corpus Christi pueda procesionar en Córdoba de nuevo el Jueves. Destacó también en su sermón el prelado la importancia de que aumente la adoración a Jesús Sacramentado y expresó su deseo de que en Córdoba exista un lugar de adoración permanente. Por último, pidió a los fieles que «se aprieten el cinturón» y compartan los bienes que necesitan con quienes no los tienen, especialmente en tiempos de crisis, en los que las instituciones de la Iglesia están reforzando su actividad. Buen ejemplo de ello es Cáritas Diocesana, a la que se destinó la colecta en la Catedral. El ABC de Córdoba.
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