La expansión de la ciudad se ha hecho de espaldas a la Semana Santa, aunque las cofradías que han apostado por barrios se han visto más que recompensadas.
29 de las 36 cofradías de penitencia que procesionan en Carrera Oficial tienen su sede canónica (y generalmente también su casa de hermandad) en el Casco Histórico. Y las cuentas cantan: en el Centro hay una hermandad por cada mil vecinos y, en el resto del municipio, siete para 296.000 habitantes. Eso tiene consecuencias, hasta en aspecto tan prosaicos como el económico y el turístico, sin entrar en cuestiones de fe y de cómo repercute en la labor evangelizadora de las cofradías.
Curiosamente, la recompensa para las cofradías fuera del Casco Histórico es mucha y llama la atención. La entidad, en pocos años, se convierte en un referente para el barrio, en una institución ciudadana en ocasiones con más peso que la propia asociación de vecinos de la zona, todo ello sin hablar de su obra social, también volcada en el barrio. "El problema puede estar por la lejanía a la Carrera Oficial, pero una cofradía en un barrio es un símbolo, crea una cohesión especial entre los vecinos", recuerda José Marín, hermano mayor de La Estrella. Marín también destaca la labor social que realiza en la zona la hermandad, tanto directa como indirectamente, con fondos de emergencia, socializando jóvenes en riesgo de exclusión social, etcétera. Casos parecidísimos se pueden encontrar en El Naranjo con La Agonía, el Campo de la Verdad con sus tres hermandades o con el arraigo de La Merced en Levante y La Cena en Poniente. Y eso, todo hay que decirlo, sin hablar de otra repercusión de encajar en el barrio: los ingresos se incrementan.
Mientras, el Centro sigue despoblándose. Queda la tercera parte de la población de hace casi un siglo (73.710 en 1920) y las cofradías se surten de hermanos venidos de lejos. "Es curioso, en esta hermandad hay muchísimos de Ciudad Jardín. De Santa Marina, de nuestros orígenes, pocos", dice Olga Caballero, hermana mayor de La Esperanza. "En la Paz hay muchos hermanos de Colón y de La Sierra", explica Manuel Quirós.
Precisamente, Quirós hace un análisis tan breve como contundente sobre el problema: "Lo primero que habrá que hacer será construir iglesias con puertas para que quepan los pasos, ¿no? La ciudad está creciendo de espaldas a la Semana Santa", sentencia. Ya ven, el PGOU no sabe de Semana Santa.
Diario Córdoba.
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