El Santo Cristo de la Universidad, titular de la Hermandad Universitaria de Córdoba, es una talla en madera policromada, de tamaño natural, realizada por el profesor Juan Manuel Miñarro López, director del Departamento de Escultura de la Universidad de Sevilla. La realización de esta imagen y su encargo al escultor Miñarro fue aprobada por la Hermandad en el Cabildo General de 27 de junio de 2007. El proyecto fue presentado por el artista en 28 de julio de 2007 y la Hermandad lo elevó al Sr. Obispo el 2 de agosto siguiente. La Autoridad Eclesiástica aprobó el proyecto con fecha 26 de septiembre de 2007. El acuerdo entre la Hermandad y el escultor para la ejecución de la imagen se firmó el 27 de septiembre de 2007 y la obra quedó entregada el 10 de marzo de 2010. En la memoria que acompaña al proyecto se dice: “El rostro de la imagen de Cristo, muerto en la cruz, será de especial interés plástico, ya que debe mover a la devoción, y a la vez reflejar un profundo realismo traumático y tanatológico, según los estudios del Sudario de Oviedo y de la Sábana Santa”. La Hermandad tuvo siempre la ilusión de venerar un crucificado inspirado en el Hombre de la Sábana Santa. De hecho se le encargó en 1992 al imaginero Miguel Ángel González Jurado, autor de la imagen de Nuestra Señora de la Presentación. Los estudios necesarios para conseguir dicho objetivo, ciertamente complejos, y la propia situación de la Hermandad tras el fallecimiento en accidente de circulación de su fundador, Francisco Javier Beltrán Guzmán, en 1993, dilataron el proyecto, que aún estaba en fase de realización en 1997. La crisis de la Hermandad Universitaria, ante la negativa del obispo Monseñor Javier Martínez a erigir nuevas hermandades, acabó apagando la idea. Providencialmente, en el mismo año 2000, en que se reconstituye la Hermandad, comenzó sus estudios sobre la Sábana Santa el profesor Juan Manuel Miñarro. Ello hizo posible que sus conocimientos estuvieran perfectamente desarrollados en 2006, momento en que Monseñor Juan José Asenjo Pelegrina tuvo a bien erigir canónicamente dicha Hermandad Universitaria. Hay que tener en cuenta que sólo existen dos artífices en el mundo con el nivel de conocimiento interpretativo de la Síndone comparable al de Miñarro: Monseñor Giulio Ricci y el escultor Luigi Enzo Mattei. La Hermandad, bajo la dirección artística del hermano Alberto Villar Movellán, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba, optó por encargar la obra al escultor Miñarro López, primero por su vinculación universitaria y desde luego, por su capacidad para interpretar la escultura de la imagen en clave andaluza. La talla del Santo Cristo, a pesar de la expresión realista del martirio, no difiere de la tradición escultórica de las escuelas andaluzas. En las formas es posible vislumbrar el magisterio de Francisco Buiza o la expresión de la anatomía generada por Juan de Mesa. A ello debe añadirse la elegancia propia de la talla de Miñarro, que a veces alcanza detalles de verdadero virtuosismo, como puede apreciarse en la ejecución del paño de pureza. Pero lo que distingue a este Santo Cristo es el rigor con que se han aplicado en la imagen los valores antropométricos del Hombre de la Sábana Santa: la estatura, el tamaño de cabeza, tronco y extremidades; la fisonomía del rostro, con las laceraciones que figuran en la Síndone de Turín; las manos, perforadas por las muñecas o el pie izquierdo encabalgado sobre el derecho. A ello hay que añadir la trasposición de las manchas de sangre que se encuentran en la Sábana Santa, con exactitud matemática. La policromía de la imagen se ha realizado mediante la técnica del óleo, tradicional en nuestra imaginería. Sin embargo, las erosiones producidas por caídas o roces, como las de las rodillas o la espalda, han requerido el empleo de técnicas mixtas, como la incorporación de látex y de tierra auténtica, traída de Jerusalén. Otro tanto pude decirse de las heridas de la flagelación, producidas por el flagrum taxillatum, un látigo provisto de correas terminadas en bolas de metal abiertas. Para la representación de la sangre se ha hecho un estudio hematológico muy preciso, que ha llamado poderosamente la atención de los profesionales de la Medicina. Se ha desechado la simple pintura al óleo para conseguir unos compuestos complejos, a base de metacrilato líquido y pigmentos en suspensión, que permiten diferenciar la sangre vertida en vida y la sangre post mortem, especialmente la de la llaga del costado, en la que se separan suero y contenido hemático, tal como nos dice el Evangelio, que de la herida manó sangre y agua. Los elementos externos a la información de la Sábana Santa, como la corona de espinas, la forma de la cruz o el titulus crucis, se han realizado teniendo en cuenta las investigaciones más avanzadas sobre la materia. Para hacer la corona se han trenzado ramas de azufaifo (zizyphus jujuba), con forma de casquete, siguiendo las indicaciones de Giulio Ricci. El titulus y la forma de la cruz se basan en los últimos estudios de Michael Hesemann. El fin de la Hermandad no ha sido otro que el de buscar la relación entre la razón y la fe, tal como marca su Estatuto. Fue Santo Tomás de Aquino, cotitular de la Hermandad Universitaria y patrón de los estudiantes, quien estableció las diferencias de método y objetivo de una y otra. El magisterio de la Iglesia ha insistido modernamente, especialmente en los textos de Juan Pablo II y Benedicto XVI, en la necesidad de valorar los puntos de encuentro entre ambas expresiones del espíritu humano. La Sábana Santa de Turín es la reliquia conocida que más profundos exámenes ha sufrido a lo largo del siglo XX. El análisis científico ha detectado en ella sangre pre y postmortal, perteneciente al grupo AB, de un hombre martirizado con flagelos, corona de espinas, crucifixión y lanzada en el costado. En cambio, por lo que se refiere a la impronta de la figura humana que sirve de soporte a esas heridas, no se ha podido determinar su origen, ni reproducir el método por el que fue producida. No existe pigmento en las fibras textiles, sino una transformación intrínseca de las mismas, de origen desconocido. Los cristianos no necesitamos prueba material de la Resurrección de Cristo. Nos basta con la fe y el testimonio de los seguidores de Jesús de Nazaret, que fueron testigos de los hechos, tal como se recoge en los Evangelios. La Sábana Santa interpela, en cualquier caso, acerca de los paños encontrados en la tumba vacía de Jesús, señal de su resurrección, que es el fundamento de la fe cristiana. El Santo Cristo de la Universidad no es sólo la plasmación exacta de los martirios a que fue sometido el Señor, sino que representa, a la vez, el permanente recuerdo de su Resurrección, gracias a la presencia directa de las huellas de la Sábana Santa. Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba.
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