
El momento en el que el pasado Sábado 12 de Octubre, bajo la única luz de los cirios y la atmósfera de incienso en la Iglesia, se trasladó el Santísimo hasta el Sagrario de la Capilla de Jesús Caído, fue de una gran intensidad y belleza que se podría llamar: Carmelitana. Evocaba las experiencias de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, que vivieron, ante sagradas imágenes de Cristo, en su Pasión.
A ello se unía la enorme expectación por encontrarse de nuevo con el rostro del Caído, en su Monte Tabor particular, de su Camarín. Todos los que allí estaban presentes disfrutaron del momento histórico...